jueves, 21 de enero de 2016

Con la cerveza no se juega

El código de Hammurabi recogía entre los 282 decretos y leyes que lo conforman penas muy duras para los vendedores de cerveza en mal estado.


La normativa, escrita en columnas de piedra de más de 2 metros de alto, no se podía cambiar, y cada ciudad contaba con una copia del código escrita en el lenguaje del pueblo, para que todos estuviesen al tanto de la misma. Las primeras palabras que recogía dejaban claros los objetivos del mismo: “Para humillar a los malos e injustos e impedir que el poderoso perjudique al débil; para que toda persona perjudicada pueda leer las leyes y encontrar justicia”. 


En líneas generales, el castigo a cualquier incumplimiento de la ley (también para delitos menores) era la pena de muerte, incluso para los acusadores cuando se demostrase que mentían. Entre los delitos que tenían una condena más dura estaba el de los vendedores de cerveza en mal estado, que perdían su vida por estropear el líquido de cebada y lúpulo que tanto debía gustar a la población del reino, pero también a su rey.


CORTESÍA DE FINNITO

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