jueves, 18 de febrero de 2016

"Dios mio Dios mio ¿por qué me has abandonado?" Carta del otro Juárez al papa

Carta de Cd. Juárez al papa
Quien fuera abogada de Marisela Escobedo, la madre de Rubí Fraire Escobedo, Luz Estela Castro Rodríguez entregó al papa una carta firmada por 932 personas en búsqueda de 736 familiares desaparecidos y 27 organizaciones sociales que les acompañan en la búsqueda de verdad y justicia.
Mejor conocida como Lucha Castro, del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres de Chihuahua, organización que acompaña a familiares con personas desaparecidas, había entregado una solicitud de audiencia en Ciudad Juárez con el Papa Francisco en el marco de su visita a México en febrero del próximo año, y todo parece indicar que se lo concedieron.


La petición de la activista social y defensora de los derechos humanos es inédita, debido a la sensibilidad del Papa con las víctimas.


La carta dice lo siguiente: 


Vivimos crucificadas desde que forzadamente se llevaron a nuestros seres queridos. La tortura diaria de no saber su paradero se traduce en dolor que nos consume. Cada hora de ausencia nos preguntamos: ¿Quién les ayudará si tienen hambre, sed, frío o miedo? Estas preguntas sin respuesta nos tienen en constante dolor y sólo la fe en el Dios de la vida, nos anima para continuar caminando por el derecho a la verdad y la justicia. 

En el Viacrucis que vivimos a diario hemos encontrado: Verónicas que enjugan nuestro rostro, Cirineos que nos ayudan a cargar la pesada cruz impuesta, el silencio y la indiferencia de gran parte de la sociedad y a Pilatos que se lava las manos. Tu compromiso con los más pobres y tus significativos gestos de misericordia para los que más sufren, nos llenan de esperanza. 

Hoy, amado Padre Francisco, reconocemos en ti al Buen Samaritano que puede curar nuestras heridas. Tú llegada a esta dolorida tierra es un signo de esperanza, es la respuesta a nuestro clamor: Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has abandonado? Ahora que estarás en Ciudad Juárez queremos verte y escuchar de tu boca las Bienaventuranzas para reconfortar nuestros destrozados corazones. 

Te pedimos una audiencia para que bendigas nuestras luchas de resistencia y fortalezcas nuestra esperanza y nuestra Fe en el Dios de la vida. 

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